Argumentos científicos para prohibir el uso de teléfonos durante la jornada escolar

Camila es profesora de Lenguaje y enseña en la educación media. Un estudiante le pide permiso para salir al baño y ella accede. Al pasar varios minutos, Camila echa una mirada rápida al patio y ve a Daniel apoyado en una pared, contestando mensajes de audio en su teléfono. Aunque el colegio tiene prohibido su uso, la norma es fácilmente burlada.

La sensación general de los docentes es que la experiencia de Camila no es la excepción, sino la norma. Muchos profesores coinciden en que el uso recreativo de los teléfonos durante el horario de clases es un problema creciente y difícil de regular.

¿Pero qué tienen los teléfonos que hace tan difícil regular su uso?

La luz, los sonidos, las notificaciones, los temas de interés y otros estímulos digitales nos mantienen entretenidos, alerta y atrapados en los contenidos que nos interesan. Además, existe el FOMO (Fear of Missing Out), o el miedo a quedar fuera del grupo, lo que genera ansiedad, especialmente en la preadolescencia y adolescencia, etapas en las que pertenecer a un grupo es fundamental.

Evadir la realidad

Vale la pena preguntarse en qué momento un niño, adolescente o adulto está realmente preparado para gestionar adecuadamente una herramienta tan poderosa como un teléfono inteligente. Sabemos que su uso inadecuado puede generar efectos negativos significativos, especialmente en la infancia y adolescencia.

Un estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Surrey, Inglaterra, concluyó que, tras observar el comportamiento de más de mil adolescentes, 1 de cada 3 usa Internet cuando se siente mal o para escapar de su realidad.

El teléfono con acceso a Internet puede convertirse en un refugio para evitar emociones desagradables, lo que disminuye la capacidad de gestionar emociones de manera adaptativa. Además, tener el teléfono cerca reduce el tiempo de atención profunda, lo que dificulta el aprendizaje y el desarrollo de habilidades sociales.

Dificultades en el autocontrol

La gran cantidad de estímulos provenientes de la pantalla del móvil, sumada a la dificultad de los adolescentes para regular emociones incómodas, dificulta lograr un uso controlado. Este es hoy un desafío para familias y colegios.

Las estrategias preventivas suelen ser más eficaces que las reactivas. Prohibir el teléfono durante la jornada escolar representa una estrategia proactiva y preventiva mucho más efectiva que intervenir para penalizar su uso. Además, los datos y estudios indican que el efecto negativo de los teléfonos en la capacidad de atención se mantiene incluso cuando los dispositivos están apagados, siempre que estén al alcance de la mano.

La posición de UNESCO y PISA

Organismos internacionales, como la UNESCO y PISA, han alertado sobre los riesgos del uso inadecuado de los teléfonos con acceso a Internet durante la jornada escolar. La UNESCO ha instado a los gobiernos a restringir el uso de dispositivos móviles en las aulas, mientras que los informes de PISA han encontrado una relación directa entre el uso inadecuado del móvil y un descenso en el rendimiento académico.

Países como Francia, Italia, Portugal, Suecia y Reino Unido ya han implementado medidas para regular el uso de dispositivos móviles en las escuelas. Otros, como Finlandia y los Países Bajos, planean hacerlo pronto.

Estudios realizados en el Reino Unido y Australia han demostrado mejoras en el rendimiento académico de los estudiantes tras la implementación de políticas restrictivas respecto al uso de teléfonos móviles.

¿Dónde están los equilibrios?

Los dispositivos móviles pueden aportar mucho en el ámbito educativo, pero su uso debe ser regulado. Sin embargo, también debemos reconocer que su uso no es indispensable. Dado que el cerebro continúa desarrollándose hasta la segunda década de vida y se ha demostrado que el uso excesivo de pantallas interactivas puede interferir en su crecimiento, claramente no es recomendable exponer a los niños pequeños a estos dispositivos.

Algunos colegios buscan un “equilibrio” al intentar enseñar a los adolescentes a autorregular su uso. Sin embargo, la ciencia ha sido clara: permitir el uso de teléfonos en la escuela, aunque sea supervisado o limitado, no es recomendable. Las desventajas de tener el teléfono cerca en clase superan con creces los posibles beneficios.

Es fundamental no limitarse únicamente a prohibir, sino también a enseñar buenos hábitos digitales. Por ello, las familias necesitan más información y psicoeducación sobre los riesgos y las posibilidades que existen para fomentar un uso positivo de las pantallas.

Otros estudios para consultar:

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