Cómo la pornografía corrompe el sistema de recompensas del cerebro

Más del 78% de los padres que participaron de nuestro estudio “Impacto de las tecnologías en la familia”, afirmaron que su mayor preocupación es que sus hijos accedan en internet a pornografía digital. El temor es real y cierto, pero pocas veces nos sentimos preparados para conversar sobre estos temas con los hijos e hijas.

Escribo estas líneas, para ayudar a los padres, madres y educadores a mostrar el camino hacia la sexualidad y afectividad plena para evitar que la industria del porno asuma nuestro rol educativo. Primeramente, es clave reconocer que todos quisiéramos que los hijos(as) y estudiantes tengan libertad. Queremos que comprendan la realidad del mundo digital y entiendan el alcance de sus beneficios y riesgos. Solo así podrán ir tomando buenas decisiones, evitando la adicción a la pornografía y a tantos otros placeres más. Para educar a otros, debemos primero aprender y relacionar lo aprendido con nuestra propia experiencia vital. Es preciso iniciar la crianza digital responsable, aprendiendo cómo impacta la pornografía en nuestro cerebro.

Cómo funciona el sistema de recompensa del cerebro

Tenemos en nuestro cerebro una parte a cargo de las reacciones “primarias” llamada tronco encefálico, que funciona de manera similar en varias clases de animales inferiores. Su objetivo es simplemente ayudarnos a sobrevivir. Ese tronco encefálico alimenta al resto del cerebro con diferentes impulsos básicos como: dormir, comer, tener sexo, reírnos, entre otros.

También contamos con un ‘sistema de recompensas’ a nivel cerebral. Uno de los sistemas impulsores de diversas reacciones que emana del tronco encefálico, es el sistema dopaminérgico o circuito del placer. Lo llamamos así, ya que las sustancias (neurotransmisores) a cargo de hacernos sentir placer se llaman dopaminas. Su función es enviar señales desde el área en la base de nuestro cerebro (el tronco encefálico) a otra área hacia la mitad central de nuestro cerebro, donde está el sistema de recompensa. Podemos decir que la dopamina alimenta el cerebro con diferentes deseos.

Veamos un ejemplo:

Para el ser humano la comida es placentera y por eso queremos comer. Eso es positivo. En caso que comamos demasiado constantemente o nos alimentemos mal, se puede afectar nuestra salud.

Los sistemas dopaminérgicos (del placer) funcionan subiendo desde el tronco encefálico hasta el área de recompensa diciendo: “Bien, si es placentero, simplemente hazlo“.

Aunque comer sea una experiencia placentera y sabrosa, contamos con otras áreas corticales frontales de nuestro cerebro (detrás de la frente) que ayudan a que tengamos juicio y control de impulsos. Le llamaremos “cerebro del pensar”. Básicamente su función es decirle al sistema de recompensas, que considere que el placer puede ser bueno, pero también le advierte que ya es suficiente o que puede estar causando daño.

Eso es realmente lo básico del sistema de recompensas. Cualquier recompensa puede ser sobrevalorada por nuestro cerebro, porque en ocasiones, cuando ignoramos las señales del cerebro de pensar, le enseñamos a nuestro cerebro a sopesar un cierto placer a expensas de otros placeres.

Veamos un ejemplo. Para algunas personas la comida puede ser muy adictiva. Habrá quienes pueden disfrutar de 4 galletas con chispas de chocolates solamente y otros se volverán adictos . Ese deseo entonces, los controla por completo y comer galletas es lo único que piensan.

Cualquier sensación placentera puede ser sobrevalorada. La sexualidad ciertamente puede y lo es hoy, probablemente tanto o más que cualquier otro placer para muchas personas. Todo eso lo logra el sistema de recompensas, con el que nuestro cerebro se comunica constantemente y nos impulsa a buscar placer. Nuestro ‘cerebro pensante’ está contrarrestando los riesgos o excesos con algunos frenos y puede decir: “Tuviste ya una partida de videojuegos o comiste 4 galletas de chocolate. Tal vez eso sea suficiente”. A eso le llamamos “autorregulación”.

Las áreas del cerebro cuyas funciones permiten controlar los impulsos (corteza prefrontal) demoran alrededor de 25 años en terminar su desarrollo. Por esta razón, se hace necesario reforzar la voluntad y el juicio con rutinas de pensamiento durante la infancia y adolescencia.

¿Por qué nuestro cerebro necesita el sistema de recompensa?

En efecto, no podríamos vivir sin el sistema de recompensa cerebral, porque realmente nos premia por hacer cosas que nos ayudan a sobrevivir, tanto como organismo individual, como también como especie. Por ejemplo, sin el sistema de recompensas no sentiríamos ganas de comer adecuadamente o lo suficiente. O para hacer otras cosas que nos ayuden a sobrevivir.

Los sistemas de dopamina (placer) del cerebro, también nos incentivan a ganar un juego y a motivarnos a tener éxito en el estudio. El sistema de recompensas es esencial, pero puede sobrevalorar placeres específicos y dejar de regularse con normalidad, especialmente cuando recibe sobreestímulos o en condiciones donde el equilibrio de su funcionamiento se altera.

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¿Cómo corrompe la pornografía el sistema de recompensas del cerebro?

Ya sabemos lo importante que son el circuito de recompensa cerebral y el cerebro de pensar. Entonces, ¿cómo corrompe o secuestra la pornografía el funcionamiento de ambas áreas del cerebro?

En lugar de que el sexo sea un impulso esencial para que podamos sobrevivir como especie y una experiencia plancentera que puede mejorar nuestras vidas, si se usa y delimita adecuadamente, se convierte en un verdugo que domina nuestras vidas y se convierte en lo único en lo que la gente piensa. Se logra contextualizar el sexo como un guión pornográfico, en nada similar con la misma sexualidad que vive una pareja en su intimidad.

La pornografía es esencialmente sexo fuera de contexto. En una mayoría de las imágenes y escenas pornográficas que circulan en internet –hasta un 88% según algunos estudios– se muestra violencia hacia la mujer y el cuerpo como un simple objeto de placer. Particularmente para los niños, al encontrar pornografía, ellos también ven la ira, la dominación y el placer masculino a expensas de la mujer, a expensas de sus deseos. Así se crea un guión en sus mentes (alejado de la realidad), que puede marcar sus experiencias sexuales a lo largo de sus vidas.

‍La pornografía también puede volverse muy adictiva. Esa es una parte realmente importante de por qué la pornografía es tan dañina para los niños y adolescentes. Ellos ven pornografía y reconfiguran su cerebro, de modo que les resulta exitarse por cosas de las que deberían estar alejados, como lo es la violencia hacia la mujer, o ver el cuerpo como objeto puramente de placer.

El sistema de recompensas se regula según la experiencia sexual de cada persona, según su edad, contexto y etapa de desarrollo. A medida que los niños y adolescentes usan la pornografía, ese sistema de recompensa gana poder y control sobre el resto del cerebro. Las cosas que son naturalmente desagradables para una persona, como la violencia hacia la mujer o el maltrato, pueden fusionarse con el placer a través del sexo y la pornografía.

Hablar sobre pornografía digital y sus efectos en el desarrollo cerebral de los hijos, nos ayudará a hacerlos conscientes de los riesgos que implica el consumo de pornografía y, a su vez, los empodera en el autocuidado y control de su cerebro de sentir y de pensar.

Pese a todas las medidas de seguridad que tengamos, los usuarios de internet siempre podrán estar expuestos a contenido sexual explícito. El mejor sistema de defensa ante contenidos inadecuados es la propia voluntad y aprender a decir NO.

Enseñemos a actuar a nuestros hijos(as) cuando se enfrenten a contenidos inadecuados o sexualmente explícitos con el siguiente plan “PUEDO”:

  • Para de mirar contenidos sexuales explícitos.
  • Un adulto cercano te puede ayudar a volver a regular tu cerebro del placer y del pensar.
  • Etiqueta lo que viste, ponle “nombre”, reconoce si es o no pornografía y por qué te hace daño.
  • Distráete con otro tema o actividad.
  • Ordena al cerebro de pensar, que ponga atención en otro tema.

Dado a que la pornografía es engañosa y puede tomarnos por sorpresa, es necesario tener un plan y conversar con los hijos(as) sobre alternativas para enfrentar contenidos de sexo explícitos. Aprender a rechazar la pornografía es una de las lecciones de vida más importante que les podemos dar.

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Puedes aprender más sobre este tema, desde la web original donde tomamos este artículo. Está disponible aquí en inglés.

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3 comentarios en «Cómo la pornografía corrompe el sistema de recompensas del cerebro»

  1. Gracias, es un gran tema a tratar en cada familia. Cada día es más fácil dar un uso irresponsable a las tecnologías, es necesario visibilizar la necesidad de acompañar a nuestros hijos en este aprendizaje, nativo digital no significa que tienen el criterio formado.

    Responder
  2. Gracias por compartir la información ante un tema importante para nuestra juventud, apoyar constantemente a las nuevas generaciones es un desafío y se agradece el material que nos aporta una mirada fundamentada por una investigación.

    Gracias.

    Responder

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