Burnout, el síndrome de agotamiento que ha traído el teletrabajo y el coronavirus

Carol, madre de dos adolescentes, intenta despegarlas de sus teléfonos para que colaboren con las tareas de la casa. Como no responden, la madre se ve obligada a cortar el internet y las niñas inician un berrinche atacando a la madre, que se ve agotada y para evitar la discusión, cede y vuelve a prender internet.

Juan Ignacio, solía restringir el tiempo en pantalla de su hijo de 5 años, pero durante el tiempo de confinamiento, no lo ha podido lograr dado que necesita tener al pequeño tranquilo para trabajar en casa. Su jornada de trabajo llega a 12 horas al día y su esposa se ha quedado sin trabajo. Pese a ser muy consciente del daño que le provocan las pantallas a su hijo, no se siente capaz de cambiar de estrategia ahora, dado que está agotado. 

La sobrecarga emocional de los padres y madres, el trabajo doméstico y el apoyo de las tareas escolares ha llevado a miles de adultos a un colapso mental. Tradicionalmente, se relaciona el término Burnout al ámbito laboral. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo cataloga como un fenómeno ocupacional y no una condición médica, que surge como “resultado de un estrés laboral crónico que no ha sido manejado exitosamente”. El burnout parental se define como el estrés crónico cuyos rasgos principales son: el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal y del cumplimiento de las responsabilidades parentales.

La mayoría de los que sufren este síndrome, evidencian serias dificultades para cumplir con sus obligaciones familiares. Generalmente, estas personas presentaban problemas previos al confinamiento siendo la pandemia lo que empeoró su situación.

Según Moïra Mikolajczak, esta problemática surge a partir de la presión por ejercer una “paternidad positiva” , muy propia de los países occidentales. “No basta sólo con educar a los niños, enviarlos a la escuela y asegurarse de que estén sanos. Tienes que asegurarte de que tus hijos puedan desarrollar su máximo potencial en cada ámbito, que se sientan emocionalmente seguros, competentes, valorados y orgullosos de sí mismos. Esto tiene un costo para los padres”, señala en New Scientist

La conciliación trabajo-familia no es nada fácil. Es probable que todos los padres/madres hayan explotado en algún minuto durante la crianza de los hijos, pero si este estado se prolonga puede tener consecuencias muy negativas tanto en la relación familiar como en la salud mental del resto del grupo.

¿Cómo reconocerlo?

La culpa y el cansancio se apodera de los padres. “No quiero llegar a casa, así evito peleas; “prefiero que vea TV a que me pida ir a la plaza”; “le daré comida chatarra hoy, no me da para cocinar algo saludable”. Son frases que ilustran el desgaste emocional de los adultos frente a la reacción natural que implica el cuidado de los hijos. Este estado de agotamiento, nos obliga a distanciarnos de ellos, para poder evitar sentir más cansancio, irritabilidad o ansiedad.

¿Cómo evitar que nuestro cansancio afecte a los hijos?

La estabilidad emocional de los niños, siempre será consecuencia del bienestar emocional de los padres. Si los adultos están bien, es probable que los menores también. 

“Quiérete a ti mismo”

Evitar el Burnout parental es clave. Estás son algunas ideas que comparten los especialistas para que nuestros problemas personales no afecten a los demás:

  • Entender que estamos viviendo un período extraordinario. La pandemia no será un estado permanente. 
  • Si realmente no puedes más y necesitas descansar, pide ayuda para el cuidado de tus hijos. Aunque sea por unas horas para dormir, salir a distraerse o conversar con alguien sobre lo que te está pasando.
  • Si te sobrepasas con algún hijo, pídele disculpas. Eso le mostrará que te puedes equivocar y valorará la importancia del perdón.
  • Los adultos necesitan estar bien, para poder estar bien para los hijos. Buscar la forma en que nos demos un espacio para reponernos.
  • Necesitas distraerte, compartir la sensación de angustia para que veas que no eres el/la unic@.
  • Cuando te venga la ira, o frustración, aléjate.
  • No es necesario ser tan perfeccionistas con la educación de los hijos. 
  • A veces no es necesario ponernos tantas reglas, podemos flexibilizar una norma hasta que la normalidad vuelva a nuestras vidas.
Facebook
LinkedIn
Email
Comparte este artículo a un click en tus redes sociales

Deja un comentario