En la mayoría de los veladores de las casas hoy descansa, cada noche, un celular. Sea prendido o apagado, cargándose o haciendo patria, en silencio. O quizás, varios: hay padres que los requisan a cierta hora para revisarlos. Estar conectados no es un privilegio: el 70% de los niños menores de 9 años declara tener un teléfono propio, de acuerdo al Censo Digital VTR 2019, y el 82% reconoce que lo lleva a clases, según un estudio de la Universidad de los Andes. Guste o no, los smartphones son pequeñas extensiones que nos acompañan por la vida. El punto está en cómo, dónde, cuándo y cuánto uso permitimos que les den los niños y adolescentes.
Varinia Signorelli, psicóloga infantil y creadora del blog supermadre.net, cree que es mejor reconocer que la tecnología está presente. “Da la impresión que verlo como algo natural es mejor que satanizarlo, prohibirlo o restringirlo al 100%, porque lo que nosotros queremos es que nuestros hijos aprendan a usar los dispositivos de manera segura y que eso no merme su desarrollo ni les genere problemas en su vida. Ver la tecnología como una herramienta más ayuda a hablar de ella y no mirarla con distancia y anhelo. Esa es la base de la conversación a la hora de crear las normas familiares sobre el uso de la tecnología”.
¿Existe en cada casa una especie de “mandamientos” sobre la conducta que tenemos con nuestros teléfonos? Los expertos consultados dicen que sí: en algunos casos, se ha formalizado un acuerdo y, en otros, son reglas aceptadas por todos.
María Soledad Garcés, profesora especializada en Convivencia Digital y asesora de Contenidos de VTR, explica: “Es importante que los niños aprendan a darles un buen uso a las tecnologías, ya que existen innumerables beneficios que pueden ser aprovechados, siempre y cuando sean adecuados para la edad y etapa de desarrollo de cada uno. Recomiendo conversar con ellos para saber de qué manera comprenden todo lo que ven y escuchan en la web, asegurándonos de que sean contenidos valiosos, que les dejen algún tipo de enseñanza. Es muy importante realizar preguntas sobre lo que están viendo en internet o a través de videojuegos, pues les ayudará a equilibrar sus emociones y experiencias personales. También resulta relevante respetar la edad mínima para usar redes sociales (13 años) y acompañarlos en la creación de sus perfiles, conversando con ellos sobre los contenidos que consumen y cargan en sus páginas personales”.
Para crear esas normas familiares, la base es la conversación. Andrés Muñoz, consultor sénior en Ciberseguridad de ITQ Latam, plantea que “la mejor manera es entender qué aporta la tecnología a la familia y poner límites claros de cuál es el uso que tendrá en nuestros hijos diariamente, ya que lo que no puede suceder es que la tecnología se tome y controle los momentos que deberían ser para fortalecer la familia y sus lazos”. Si bien hay informativos al respecto, estos no son suficientes, asegura Muñoz. “La mejor campaña y la más efectiva es la que viene de la casa, por eso es muy importante que los padres se eduquen, sepan cómo enseñarles a sus hijos el uso responsable y sepan poner los controles correspondientes para limitar este uso, porque lo importante es buscar un equilibrio. Por estar siempre conectados, no podemos perder los momentos en familia, donde nos miramos a las caras y conversamos sobre nuestro día a día o cómo nos sentimos. Cuando se pierde ese control, las familias como tal dejan de existir, se deja de compartir”, advierte.
Huérfanos digitales: prohibir no es educar
Tras 12 años recorriendo Chile para dar charlas sobre este tema, Marcela Momberg, consultora en educación 2.0, ha llegado a la conclusión de que estamos criando huérfanos digitales. “Mi lema es y será ‘Prohibir no es educar’, pero eso no significa no regular. Al tener a menores de edad conectados durante el almuerzo o la cena, cuando salen junto a sus padres, eso les impide manejar su frustración y aburrirse —tan necesario a la hora de crear—, los hace dependientes de un aparato que los motiva y los mantiene ‘callados’. Esos niños hiperconectados desde los primeros años sufren en el ingreso al colegio, les cuesta relacionarse con sus pares, suelen aislarse y esconderse en las pantallas. Con bajo manejo de sus emociones y mínimo trabajo en equipo. La tecnología no es ‘el enemigo’, sino es la soledad en la que se encuentran nuestros niños, verdaderos huérfanos digitales que invaden los espacios virtuales sin acompañamiento ni formación”.
Por eso es importante aprender del tema. Verónica Díaz de la Vega, subgerenta de Comunicaciones y Sostenibilidad de VTR, señala: “En el sitio vtrconvivedigital.com los padres y profesores podrán encontrar diversos contenidos que los orientarán para que puedan enseñarles a los niños y adolescentes de qué manera obtener los mayores beneficios de las tecnologías en un entorno familiar”.
María Soledad Garcés recuerda lo importante que es dar una visión propositiva de la tecnología a nuestros hijos, incluso en los colegios. “El camino debería ser desarrollar competencias digitales, de manera que los mensajes, contenidos y actividades que los escolares puedan desarrollar en el aula estén dirigidos por docentes capacitados, que cuenten con los medios necesarios para hacer que esta experiencia sea provechosa. Si en este camino los estudiantes son guiados por adultos que conocen la manera en que la tecnología puede aportar en la educación, entonces la conectividad en las salas de clase, jugará un rol positivo y enriquecedor”.
Fuente: Seguridad Digital, El Mercurio.