Hace un mes, Soledad Garcés recibió un llamado del director de un colegio del sector Oriente de Santiago. Sonaba preocupado. «¿Qué hago con esto?», le preguntó. El se refería a un «juego» que cada vez se repite mas entre los jóvenes y que Garcés conoce bien: breves videos en los que jóvenes se graban practicando sexo oral, pero con rostro cubierto, para subirlo en redes como Snapchat o Instagram. Creen que así no podrán reconocerlos.
