Soledad Garcés fue entrevistada en la sección “Práctico”, del diario de circulación nacional, para la nota titulada “Por qué miramos tanto el teléfono móvil (y consejos para desengancharse de él)”.
El viernes 24 de febrero fue publicada un muy interesante reportaje de la sección “Práctico” del diario La Tercera, en que distintos expertos, entre ellas Soledad Garcés, dieron su análisis y recomendaciones respecto al uso excesivo de los teléfonos móviles.
Lee un extracto de la nota abajo:
Por qué miramos tanto el teléfono móvil (y consejos para desengancharse de él)
En promedio, los revisamos unas 180 veces al día. No es un misterio que esta excesiva dependencia a los smartphones genera efectos negativos en la salud mental. ¿Es posible retomar el control sobre ellos? Tres especialistas enseñan el camino para ello.
En 2011, los smartphones ya eran de uso masivo en buena parte del mundo. De hecho, ese año se vendieron 472 millones de dispositivos móviles a usuarios finales. Una cifra nada despreciable, pero muy lejana a la realidad actual: solo en 2021 se comercializaron más de 1.535 millones de celulares. Una cifra tan alta que es difícil leerla sin poner la voz de Don Francisco en modo Teletón.
Pero los números del dinero son menos escalofriantes que los de nuestro apego a estos aparatos: en Estados Unidos, la gente desbloquea su teléfono móvil un promedio de 180 veces al día: eso significa que, descontando unas 7 horas de sueño, lo miramos cada cinco minutos, y le hacemos más de 2 mil 600 clics o toques diarios. El 20% de los encuestados en un estudio en ese país dijo que prefería andar sin zapatos durante una semana que a estar sin su celular.
Por eso, en Europa y Estados Unidos hablan de nomofobia para referirse al síndrome de abstinencia que produce estar lejos del smartphone. Un término discutido, porque la adicción al móvil no está tipificada (aún) como trastorno en las clasificaciones homologadas de enfermedades mentales. Pero sí da cuenta de la dimensión del tema: somos excesivamente dependientes del celular y de lo que hay en él.
La pregunta es: ¿hay alguna forma de desengancharnos de su uso?
Lee la nota completa ingresando a este link: