Todos los días aprendemos cosas nuevas y lo hacemos de diferentes maneras. La disciplina de estudio, el contexto o interés por aprender, van condicionando la experiencia. Durante años, se validó la teoría que busca relacionar el cómo aprendemos con el estilo de aprendizaje.
Aclaramos que en la actualidad la neurociencia ha demostrado que esta teoría carece de validez científica y es considerada como uno de los más famosos neuromitos en educación.
¿Cómo surgen los neuromitos?
Los estudios de neurociencias han logrado diversos hallazgos interesantes para la comunidad científica y educativa. Sin embargo, como menciona Ferreira (2018), no basta únicamente con dar a conocer dichos conocimientos, sino que es necesario explicarlos, ya que suelen tener adherentes por muchos años.
¿Qué son los estilos de aprendizaje?
Según Keefe (1988), los estilos de aprendizaje se definen como la manera en que aprendemos, siendo relevante los rasgos afectivos, la motivación y expectativa en el momento de aprender. A su vez, consideran la manera en la que los alumnos organizan, enfrentan, resuelven problemas e interpretan ciertos contenidos.
Finalmente, todos tenemos distintos intereses, gustos y preferencias que nos permiten aprender y esto ha sido ya muy estudiado. Algunos hallazgos importantes podemos encontrarlos en autores como Krätzig y Arbuthnott (2006), quienes descubrieron que los canales de información a través de los cuales cada estudiante recibe contenidos, no se relacionaban directamente con el rendimiento del estudiante ni con su capacidad de memorizar la información.
Otro estudio realizado por Pashler et al. (2008), reveló que no existe ninguna ventaja extra de un estilo de aprendizaje por sobre otros. Por ejemplo, para aprender un concepto no basta con usar sólo una imagen.
Entonces, son varios autores los que confirman que el “cerebro asigna gran importancia a la adquisición de información en modalidades diversas“. Básicamente, la Teoría de los Estilos de Aprendizaje, hoy convertida en un neuromito, está basada en estudios que observan principalmente la conducta. La falta de base científica ha sido uno de los motivos por lo cual ha sido cuestionado.
Podemos desarrollar entonces, diversas capacidades para aprender y que, cuantas más variadas sean las experiencias que ofrece el docente a su estudiante, mayores son las posibilidades de que este aprenda.
Para quienes disfrutan de la vocación de enseñar, el llamado es a atreverse a estudiar y atreverse a probar diferentes alternativas de estrategias didácticas, pero a la vez, evaluar el impacto de cada una, dando prioridad a las decisiones que si dan buenos resultados.
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¿Cuáles son los neuromitos más frecuentes? Anna Forés, pedagoga y escritora
¿Qué es la neuroeducación? Francisco Mora, doctor en Neurociencia y Medicina
Referencias bibliográficas:
- Ferreria, R. A. (2017). ¿Neurociencia o neuromitos? Avanzando hacia una nueva disciplina. En J. Osorio y M. Gloël (Coords.) La didáctica como fundamento de la práctica profesional docentes. Tendencias, avances y enfoques (pp. 28-46). Universidad Católica de la Santísima Concepción.
- Krätzig, G. P. y Arbuthnott, K. D. (2006). Perceptual learning style and learning proficiency: A test of the hypothesis. Journal of Educational Psychology, 98(1), 238-246.
- Pashler, H., McDaniel, M., Rohrer, D. y Bjork, R. (2008). Learning styles concepts and evidence. Psychological Science in the Public Interest, 9(3), 105-119.
3 comentarios en «Estilos de aprendizaje: ¿Neuromitos en la educación?»
Gracias muy interesante
Excelente información, cambia mi pensamiento y a la vez cuestiona mi proceder en el aula…. interesante
Creo que es bueno hacer un expreso llamado a la precausión. En estois tiempos son tantas las cosas que solo parece que tenemos que hacer en la escuela que hay tantas educaciones como es posible imaginar; en cambio la neurociencia tiene clarito que solo hace una cosax y recién está empezando a experimentar ( creo que lo dijo hace algunos años Fco Varela, nada menos)
Ahora no sé si quienes hablan de neuroeducación saben lo que hacemos en la escolaridad. Investigo en ambos fenómenos y lka mirada parece correcta para seguir trabajando esa diferencia. No podemos seguir profundizando la gran sima -que ya hemos cavado-, sobre una lógica invertida de hacer mejor lo que estamos haciendo mal y lo llamamos inadvertidamente “crisis”