Columna de Soledad Garcés publicada en EducarChile.
Las denuncias en nuestro país por ciberacoso van en aumento, siendo las mujeres las más afectadas. De ahí la importancia que los docentes, estudiantes, directivos, y otros miembros de las comunidades educativas, se comprometan a trabajar por una convivencia escolar que ayude a frenar este tipo de maltrato.
Todos los adultos recordamos haber presenciado o sido víctimas de algún episodio de acoso escolar en nuestra escuela o liceo. Hoy, nuestros niños y jóvenes viven el maltrato también en Internet, redes sociales, y dispositivos digitales, lo que se ha definido en inglés como ciberbullying.
En español, se habla de ciberacoso, y se entiende que es la intimidación o humillación psicológica, hostigamiento, agresión, acoso y/o amenaza intencional que se produce entre pares, reiterada y/o sostenida en el tiempo, utilizando como medio algún tipo de tecnología. Dentro de sus características está el que trasciende las paredes de la escuela, pudiendo darse en cualquier momento, lugar y hora. Además, es masivo, porque puede ser presenciado por un público numeroso.